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martes, 9 de marzo de 2010

Primera Visita Parque Nacional Natural Chingaza

Continuando con nuestro propósito de recorrer los Parques Nacionales de Colombia decidimos emprender nuestra primera expedición. Nuestro destino: el Parque Nacional Natural Chingaza. Chingaza se encuentra ubicado en los Departamentos de Cundinamarca y Meta y se caracteriza principalmente por poseer grandes extensiones de Páramo y numerosas lagunas y fuentes hídricas que alimentan el embalse de Chuza del cual se abastece la mayor cantidad de agua de la capital de la República. Según los registros históricos, el término Chingaza se deriva de la voz muisca Chim-gua-za que significa "la serranía del dios de la noche". Y es que todos estos páramos tenían un significado muy especial para el pueblo muisca más aun si recordamos que en la laguna de siecha (que se encuentra en jurisdicción del parque), se encontró la famosa Balsa Muisca que representa la leyenda del dorado, y que se exhibe actualmente en el Museo del Oro del Banco de la República de Bogotá. Esta balsa también me remonta a mis días de infancia ya que me recuerda los ya obsoletos billetes de 2 pesos en cuyo reverso podía verse este ícono de la orfebrería precolombina.
Volviendo a nuestro relato, partimos del famoso punto de encuentro para los ciclistas conocido como Belisario en la Vía que de Bogotá conduce al Municipio de La Calera. Son aproximadamente las seis de la mañana y un cierto nerviosismo nos invade tanto a mí como a William quien es mi compañero en esta travesía. Tal vez la razón es que nunca hemos hecho recorridos en bicicleta de montaña, pues hasta entonces solo entrenabamos en las bicicletas de ruta. Si bien el ascenso al Alto de Patios es relativamente sencillo y con seguridad que lo hemos realizado más de un centenar de veces, esta mañana decidimos hacerlo con tranquilidad y sin prisa ya que el objetivo que nos hemos planteado para este día es bastante exigente. Al cabo de aproximadamente unos treinta minutos hemos alcanzado esta cima que es la primera dificultad montañosa del día y nos aprestamos a tomar un vaso de jugo de zanahoria con naranja, que por llamarlo de alguna manera es uno de los platos típicos de este lugar. Ya con esta dificultad superada emprendemos el descenso hacia el Municipio de La Calera. Como siempre ha sido de mi agrado desciendo a buena velocidad ya que la carretera en algunos sectores ofrece buena visibilidad. Durante este trayecto nos aborda la Policía de Carreteras y nos llama la atención por no ir completamente orillados. El incidente pasa sin mayor trascendencia aunque a William le sorprende la total indiferencia con la que traté al personal uniformado cuando trató de llamarme la atención. Una vez se llega al Municipio de La calera se avanza aproximadamente un kilómetro y a mano derecha se encuentra un desvío que conduce a varias veredas y naturalmente es la ruta de acceso al Parque Natural Chingaza. Esta carretera está pavimentada aproximadamente durante los primeros 300 metros, pero de ahí en adelante se torna completamente destapada. Luego de recorrer aproximadamente un kilómetro, lo primero con lo que nos encontramos es con las ruinas de la antigua Fábrica de Cementos Samper. Esta planta conocida como La Siberia, albergó en su época de esplendor a más de 200 trabajadores. Se dice que durante su apogeo se producían cerca de 1500 toneladas diarias de cemento y contaba con jardín infantil y escuela para los hijos de los empleados, cancha de futbol y varios establecimientos comerciales. Hoy solo se encuentran las chimeneas apagadas, los muros resquebrajados, y la nostalgia de un pasado, que ahora la naturaleza y el tiempo se empeñan en derrotar como sucede con las ruinas que quedan destinadas al olvido y al deterioro. Por ahora seguirán condenadas a derrumbarse y pronto habrán terminado sus vidas. La carretera continua empinándose vertiginosamente y el ascenso se torna dificil. Afortunadamente nuestras piernas aún están frescas pues la jornada apenas comienza y logramos superar estos primeros tramos. En este punto comenzamos a observar señales que nos indican que vamos en la dirección correcta. Por ahora nuestro primer objetivo es llegar al primero punto de control del parque conocido como Piedras Gordas el cual se encuentra ubicado aproximadamente a 27 Kms de La Calera. Pronto hemos alcanzado la cota de los 3000 metros sobre el nivel del mar y observamos a nuestras espaldas un imponente paisaje de la zona rural de la calera, de parte de la Sabana de Bogotá y de los Embalses de San Rafael y de Tominé que también son propiedad de la Empresa de Acueducto de Bogotá. El ascenso es constante, en algunos tramos se torna más exigente y practicamente hasta alcanzar los 3600 msnm no hay ningún descanso. Lentamente la vegetación va cambiando y nos alejamos de los centros rurales para internarnos en una zona de bosque alto andino, en la que la niebla parece acompañarnos durante todo el recorrido. Por ratos la soledad es absoluta, y la carretera es poco concurrida.
Durante todo el trayecto tan solo nos encontramos con cuatro ciclistas y dos de ellos abandonaron el intento. Respecto a vehículos a motor el tráfico también es escaso luego de pasar la zona rural de La Calera, y calculo que no nos cruzamos con mas de cinco camionetas 4X4 y un par de automóviles. La subida se prolonga aproximadamente por unos 23 kilómetros hasta llegar a un punto que podemos llamar El Premio de Montaña.  Este lugar esta ubicado exactamente a 3575 metros según el altímetro de mi reloj, el cual considero bastante confiable. De ahí en adelante el terreno es de travesía y de descenso hasta llegar al retén de Piedras Gordas, el cual se encuentra ubicado a 3415 msnm.  Con emoción y nuevamente a gran velocidad recorremos estos últimos metros con la ilusión de llegar pronto a nuestro primer objetivo.  Casi sobre las diez de la mañana observamos a la distancia el puesto de control y la baranda amarilla y negra que nos indica que debemos detenernos.
Nos aborda el encargado del puesto de control y nos da una noticia que no queríamos escuchar pero que en el fondo intuíamos.  El Parque Nacional Natural Chingaza se encuentra cerrado al público debido al fuerte verano que azota a nuestro país durante los últimos meses y a los incendios forestales.   Desafortunadamente el 95% de los incendios son causados por intervención humana y en la mayoría de los casos esto ocurre de forma premeditada, en particular buscando destruir los ecosistemas para apropiarse de más áreas para la agricultura o la construcción de viviendas.  Y es que Chingaza no estuvo exento de los incendios forestales.  Antes de la llegada a este puesto de control encontramos una extensión del tamaño de un campo de futbol que había sido arrasada por las llamas.  También nos sorprende que en este puesto de control encontramos toda una unidad del ejército nacional compuesta aproximadamente por unos quince militares.  Supongo que están protegiendo principalmente la infraestructura del acueducto de Bogotá, ya que un atentado contra estas fuentes hídricas sería catastrófico. 
El retén de Piedras Gordas debe su nombre a la quebrada del mismo nombre la cual se atraviesa justo en este lugar.  En este punto existe un sendero que conduce a los caminantes  hacia la laguna de Siecha la cual se encuentra aproximadamente a dos horas de camino. Antes de internarnos por este sendero, le pedimos la autorización al Funcionario de Parques Naturales, quien nos permite realizar un pequeño recorrido por el sendero de la Quebrada Piedras Gordas, para conocer una pequeña fracción de este imponente páramo.  Este sendero esta completamente demarcado, con puentes y pasos elevados que según creo favorecen aun más la protección de las especies vegetales y el flujo natural de las corrientes de agua especialmente en épocas de invierno. 
Recorremos el pequeño sendero disfrutando de cada uno de nuestros pasos, respirando un aire puro pero a su vez helado, en medio de un viento maravilloso que nos hace sentir la inmensidad y soledad de estos parajes.  El pequeño camino también está acompañado de un conjunto de vallas informativas en las cuales se promueve la protección del medio ambiente y se describen algunas de las especies vegetales presentes en el parque. Los frailejones son abundantes y están muy bien conservados, es emocionante ver los musgos actuando como verdaderas esponjas que recogen el agua cubriendo como un fantástico tapete verde en este lugar, realmente pienso que el ecosistema del páramo es fascinante y que siempre he sido amante del frío y de la niebla de estos lugares. Pero ya es tiempo de regresar, volvemos a la cabaña de Parques Naturales y agradecemos al funcionario por su hospitalidad.  Además nos motiva hablando de todas las maravillas que se pueden encontrar al internarse en el Parque, nos cuenta sobre los 35 osos de anteojos que han sido identificados, sobre las dantas, los venados, los conejos y los borugos.  Nuestro corazón palpita un poco más rápido contemplando la posibilidad de tener un contacto aún más cercano con la fauna en peligro de extinción en un futuro próximo.  Así que tendremos que esperar a la reapertura del parque para nuestro regreso.
Antes de continuar con este relato, quisiera hacer un pequeño reconocimiento a los Funcionarios de Parques Nacionales.  Ellos en su silenciosa labor, en medio de la soledad, del frío, de los días nublados y del viento, han dedicado su vida a proteger nuestro patrimonio natural, y son un ejemplo de trabajo, responsabilidad social y compromiso con el país. Ya es más del medio día y la neblina comienza a hacerse más espesa, decidimos regresar a Bogotá, pues el camino aún es largo y nos esperan todavía bastantes kilómetros de regreso a casa.  Como me han sobrado provisiones aprovecho para regalar unas latas de atún, unas galletas y un sobre de activade a los soldados del Parque, su sonrisa evidencia también la alegría de recibir este pequeño detalle el cual es un humilde reconocimiento a su valiosa labor.



Emprendemos el regreso hacia Bogotá, el páramo se ha cubierto aun más de neblina y la visibilidad es escasa. Tomamos el descenso con precaución y sin embargo en un pequeño descuido me encuentro en el piso con las rodillas y codos raspados. Afortunadamente esta caida no pasó a mayores.

Durante el descenso se puede apreciar el Valle del Río Teusacá, y los Embalses de San Rafael y de Tominé, desde los cuales se abastece de agua la ciudad de Bogotá. 



Nos toma cerca de una hora llegar a La Calera, lugar en donde decidimos tomar un merecido almuerzo.

Almorzamos, tomamos nuevamente carretera y después de cruzar nuevamente el alto de Patios, pero ahora en el sentido contrario, logramos llegar nuevamente a nuestras casas.

Ha sido un día fascinante, una nueva experiencia y un primer sorbo de lo que será toda nuestra aventura este año por los Parques Nacionales. 

5 comentarios:

  1. Que buen reseña, felicitaciones.
    Me pregunto si para llegar allá debe ser exclusivamente en 4x4?

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    1. Hola Ptahor. Un poco tarde la respuesta. En mi opinión es ideal el 4 X 4, pero creo que con un poco de cuidado no hay problema en llegar en un automovil normal.
      Te invio también a visitar la galería de esta crónica que encuentras a la derecha de este blog.

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  2. yo fui en un twingo y llegamos hasta el refugio. la carretera esta bien. solo la salida por el otro pueblo es de 4x4. desde la calera todo es destapado, es importante llamar par pedir permiso de entrada

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  3. Que buena crónica. Ya me está dando mieditis, mañana Dios mediante, vamos para esa travesía, yo hasta ahora estoy comenzando a salir. Gracias por compartir la experiencia.

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